Cada año se detectan unos 900 nuevos casos de cáncer de pecho en Aragón. Sin embargo, ante un diagnóstico como éste hay que tener en cuenta no solo los factores estrictamente médicos, sino también los que hacen cada caso único, así como la presión social a la que se ven sometidas las mujeres que sufren esta enfermedad.
Ana Porroche, antropóloga licenciada en Barcelona especializada en antropología médica, ha iniciado un proyecto de investigación en el que trata de aglutinar todas las caras de esta enfermedad. Iniciativa que se ha materializado gracias a la beca de Postgrado de Caja Madrid, que le fue otorgada en abril del 2007.
Apasionada, de espíritu muy crítico, llena de inquietudes, con una actitud audaz y humilde, la vida le ha enseñado a no ser categórica, defecto que asume como rasgo eminentemente occidental. Esta aragonesa, vecina de Quinto, está enfrascada en estos momentos en el arduo trabajo de campo de su investigación. Como ella misma comenta, citando a Ángel Sanz, uno de sus profesores de la Universidad de Zaragoza de la Diplomatura de Trabajo Social, «si no crees en lo que haces, no merece la pena». Para llegar al punto en el que se encuentra ha tenido que estudiar, y mucho, así como también ha hecho grandes esfuerzos económicos.
«Para poder entender el cáncer de pecho, tan en boga en los últimos tiempos, y sobre el que hemos dado por sentado tantos preceptos, debemos tener en cuenta a las propias mujeres». Ana Porroche otorga en esta investigación la voz a las mujeres que sufren cáncer de mama, convirtiéndolas en protagonistas, punto de vista desde el que tan a penas ha sido explorado este campo en España, lo cual resulta novedoso.
Esta antropóloga trata de «cuestionar los modelos de belleza, las estructuras culturales y el paternalismo implícito en la biomedicina». Es por esto que califica al cáncer como «una enfermedad social». El cáncer de mama daña los estereotipos de la sociedad occidental, y por lo tanto hiere en lo más profundo de la estructura social. «No estamos preparados para lo diferente», algo que se ve claramente reflejado en las reacciones inquisitivas de la colectividad ante la imagen de una mujer que ha perdido el cabello. De esta manera, la tesis de su investigación puede relacionarse de forma paralela con otros temas y preocupaciones sociales para la mujer como el canon de belleza, la cirugía plástica o la reproducción.
«Las mujeres con cáncer de pecho quieren quitarse el rol de pacientes. No quieren ser estigmatizas. Ante una enfermedad como esta surgen diferentes tabúes, la belleza, la muerte, la feminidad, la sexualidad, que coartan a la mujer». Teniendo en cuenta estos preceptos, Ana Porroche perfila a la mujer occidental como «ansiosa y acomplejada», a causa de estos cánones occidentales, que más que irreales, «son sobrenaturales».
En sus estudios, Ana Porroche parte del precepto de que «son necesarias Políticas de Salud Pública, tanto para el tratamiento de las personas que sufren cáncer, así como para educar a la sociedad, o más bien, para reeducarla». Sin embargo, dice: «No critico a los profesionales, critico al sistema». Esta investigación «antropológica y feminista» trata de sentar las bases para cambiar el sistema médico occidental, sirviendo de precedente y ejemplo para la elaboración de terapias integrales, en un principio centradas en pacientes de cáncer de mama, aunque extensible a otros temas de gran calado social.
SANDRA GIL