El municipio de Quinto tiene básicamente un trazado lineal. Las calles principales, tanto del caso histórico como de la zona del ensanche, se extienden paralelas a la Carretera Nacional 232 que atraviesa la localidad. La comunicación entre éstas se realiza por una red de calles menores de trazado trasversal. A pesar del progreso y de la evolución urbanística de la localidad, algunas zonas del casco histórico no ocultan su traza morisca.
Quinto no destaca por ser un pueblo monumental. Sin embargo se siente orgulloso de tener algunos monumentos como su antigua iglesia parroquial, impresionante edificio de fábrica mudéjar, emplazado en el Cerro de la Corona que domina toda la población. La iglesia se empezó a construir en los primeros años del siglo XV, probablemente a partir de 1416 para quedar concluida diez años más tarde, aunque hay fuentes que indican que fue erigida en 1429. El edificio, tal como lo vemos en la actualidad, es producto de varias fases constructivas. Pero su valor monumental reside en la fase mudéjar original, que consiste en la obra comprendida desde el ábside hasta la torre inclusive (o hasta las torres si se tiene en cuenta el pequeño torreón del lado norte), pero sin la galería superior de arquillos (ya que originariamente había un ándito o corredor abierto que rodeaba el edificio) y sin el último cuerpo de la torre, que se añadieron a finales del siglo XVI. La fábrica mudéjar de la iglesia tiene una estrecha relación formal y estructural con la desaparecida de San Pedro Mártir de Calatayud, lo que unido a la expresa intervención de Benedicto XIII en su construcción, lleva a proponerse como muy probable autor de la de Quinto al maestro Mahoma Ramí, considerado el arquitecto de Bendicto XIII, el Papa Luna.
A finales del siglo XVII (1686-1697) se llevó a cabo la ampliación de la nave central, añadiéndole dos tramos más a la obra primitiva mudéjar. Esta nueva obra es lo que va desde la torre o torres hacia atrás.
La ultima obra importante tras la ampliación de la iglesia, consistió en la construcción de la Capilla de Santa Ana, totalmente fuera de la estructura antigua del edificio, por sus dimensiones y su forma. Se abre a la izquierda en el tramo junto al presbiterio y consta de ábside poligonal y planta cuadrada cubierta por cúpula sobre pechinas y linternas. Fue bendecida el 25 de julio de 1761. Es de estilo barroco tardío.
La antigua Iglesia parroquial de Quinto, de titularidad municipal desde 1998, es una construcción de gran interés histórico, artístico y arquitectónico. Quedó seriamente dañada a consecuencia de la Guerra Civil, en especial la torre. Tras la Guerra el organismo Regiones Devastadas, consolidó sus ruinas para su mejor conservación como Monumento Histórico. Transcurridas varias décadas, en los años ochenta, se llevaron a cabo nuevas actuaciones de consolidación en la cubierta y la torre. Y en 1996 se comenzó la restauración exterior del edificio, llevada a cabo por los albañiles municipales, según proyecto de los arquitectos Carlos García Toledo y Javier Peña Gonzalvo, que ha devuelto a la iglesia su original belleza y esplendor.
En el año 2017 se produce la última fase de intervención y restauración que permite su apertura al público como espacio cultural y social, siendo re-inaugurada con una gran fiesta popular el 11 de noviembre del mismo año. El 1 de junio de 2018 se abre, en su interior, el «Museo de las Momias de Quinto», único en nuestro país y que pretende ser un revulsivo cultural y turístico para Quinto y comarca. Visita la web del museo www.momiasdequinto.es
La preeminencia monumental de la antigua parroquia, que constituye el símbolo de Quinto, no debe eclipsar la belleza de los otros monumentos menores de la localidad. Tal es el caso de la antigua Casa Parroquial. Se halla ubicada en la Calle de San Roque, una de las más importantes del casco histórico. El magnífico edificio destaca del resto de las viviendas que son construcciones más modestas y de tipología popular. Fue mandada construir por el Arzobispo de Zaragoza al Rector o Párroco de Quinto en el año 1581, obligándole a invertir en su construcción mil quinientas libras jaquesas. El edificio reúne la mayoría de los elementos constructivos que configuran el palacio aragonés del siglo XVI. Se emplea el ladrillo, destaca la fachada de tres plantas, el ingreso en la baja, con ventanales enrejados, la media con grandes ventanales, y la superior constituida por una galería de arquillos que, en casos excepcionales, se adornaba de riquísimo alero, pero en el modesto Palacio de Quinto, se sustituye por una cornisa de ladrillo.
Es propiedad del Ayuntamiento de Quinto desde hace pocos años y no ha estado alejado de la controversia puesto que en 1997 se le retira la techumbre para iniciar su demolición, que fue paralizada gracias a la presión vecinal y política. El 1 de septiembre de 1997 fue incoado expediente para la declaración del edificio como Bien de Interés Cultural, a instancias de la Diputación General de Aragón. Finalmente fue declarada Bien de Interés Catalogado en el año 2002. En diciembre de 2017, veinte años después del inicio de su derribo, el edificio recibe un impulso por parte del Ayuntamiento de Quinto y, tras seis meses de obras, queda consolidado, con tejado y sin riesgo de derrumbe. A finales de 2018 comienza una nueva fase de restauración que se centra en devolver, a dos de sus fachadas, el esplendor que tuvo durante siglos.
Propiamente hablando, los Portales de Quinto, no tienen consideración de monumentos, pero son construcciones que tienen todo el encanto de la arquitectura popular y le dan al casco histórico de Quinto un sabor especial. Responden a una tipología de indudable origen medieval, como sucede con ejemplos conservados en otras localidades de Aragón. Tuvieron un origen defensivo-militar. Su misión era defender las entradas del pueblo, cuyo caserío se encontraba en el interior de un perímetro protegido por el muro que formaban las tapias altas y fuertes de los corrales y de los huertos que daban camino exterior que circundaba el recinto murado (actualmente la carretera de Castellón que atraviesa la localidad). Viniendo de Zaragoza el acceso a Quinto se hacía por el Portal de San Miguel. El acceso principal a la huerta se tenía a través del Portal de San Antón, y la salida del pueblo en dirección hacia Alcañiz se realizaba por el Portal de San Roque y viceversa.
Las puertas se abrían y cerraban durante las horas que mandaba el Concejo, para que nadie entrara ocultamente en el pueblo. Los portales han sufrido transformaciones y cambios según el gusto popular dominante. Estas transformaciones cuajaron en el modelo que repiten los Portales de San Roque y de San Antón: capilla cuadrangular cupulada y abierta intramuros que gravita sobre paso abovedado y se formaliza exteriormente mediante el tambor externo de la cúpula. Mientras que el Portal de San Miguel presenta el paso inferior adintelado con un sencillo forjado de maderos y se cubre con un tejado a cuatro aguas. La traza actual de los portales es de finales del siglo XVII o de la primera mitad del XVIII. Indudablemente, estas sencillas construcciones de origen medieval le dan al pueblo de Quinto un cierto toque de distinción..
Siguiendo una antiquísima tradición, los vecinos de Quinto acuden en romería, el lunes de pascua, a celebrar la fiesta de la virgen de Bonastre (Buen Astro), y el martes siguiente, la de la virgen de Matamala. Tras la celebración de la Eucaristía, tiene lugar el acto más tradicional y entrañable, cuando los quintanos pasan a venerar la imagen de la virgen, en ambos días. Acto seguido tiene lugar la comida campestre en las inmediaciones de los respectivos santuarios, creándose un buen ambiente festivo de auténtica armonía y hermandad entre los asistentes. Favorece la fiesta el hecho de celebrarse en pascua florida, en plena primavera cuando transcurrido el invierno la naturaleza renace con renovado vigor. Se completa la fiesta, en ambos días, con la lidia de vaquillas en la tarde.
La Ermita de Bonastre está ubicada en un promontorio junto a la carretera de Castellón (N 232), a unos 7 kilómetros de la localidad en dirección a Zaragoza. Al igual que Matamala, Bonastre fue un pueblo o un enclave fortificado, documentado ya en el siglo XIII. Angel Calvo Cortés, autor de Monegrillo y su entorno, refiere: » La protección dispensada por los reyes a los de Zaragoza hace que éstos tengan propiedades por todos los lugares y que anden de formas poco correctas cuando salen de la ciudad. Ejemplos de ello son las casas que el puente de Zaragoza tiene en Pina (1256) y el perdón que Jaime I otorga por los daños causados en Quinto y Bonastre (quema del castillo)». Aunque la ermita se menciona en los libros parroquiales, en el siglo XVI, en su traza actual es una obra de tipo barroco, probablemente del siglo XVIII. Fue reconstruida tras la Guerra Civil (1936-1939).
La Ermita de Matamala se encuentra a 3.7 Kilómetros del pueblo, emplazada entre la vía del ferrocarril y la carretera de Quinto a Sástago, junto al Río Ebro. Se trata de un modesto edificio de tipología popular, que conserva una portada cegada, de un gótico primitivo atribuible al siglo XIII, y que debió de ser la puerta de acceso a la parroquia del pueblo que fue Matamala. Desaparecido éste, consta como ermita al menos desde 1489. A principios del siglo XVIII unos vecinos de Quinto la enlucieron con yeso y adquirieron un retablo que se colocó en 1721. Fue reconstruida tras la Guerra Civil (1936-1939). Cercano a la misma hay un elevado promontorio en el que se hallan los últimos vestigios del castillo árabe que allí se levantó en época musulmana. Esta ermita sufrió dos recortes, uno a finales del siglo XIX y el otro en el último cuarto del siglo XX, por lo que quedó reducida a su mínima expresión. Por eso y por el peligro derivado del incremento del tráfico tanto en la carretera como en el ferrocarril, se vio la necesidad de buscar a la ermita, un nuevo emplazamiento libre de inconvenientes. Se eligió el paraje conocido como la Loma del Cornero para construir la nueva ermita de Matamala. Se erigió en el año 2001. Tiene un diseño muy funcional. Desde el martes de pascua de este año, se ha convertido en el nuevo destino de la romería, sin que por ello los quintanos hayan olvidado la antigua y entrañable ermita junto al Ebro.