Quinto, protagonista en el Frente de Aragón durante la Guerra Civil Española.
Julio de 1936. La sublevación militar que da comienzo a la Guerra Civil Española, triunfa en las tres capitales de provincia de Aragón y una buena parte del territorio queda bajo dominio de los sublevados y, la otra, en manos del ejército republicano. La situación estratégica de Quinto entre el Ebro, la carretera nacional y la cercanía a Zaragoza, hace que sea un lugar de duros combates a lo largo del conflicto y en el que, ya desde un principio, quedó establecido en su término municipal el frente de batalla con posiciones enfrentadas de los dos ejércitos.
Agosto de 1937. Durante trece meses, ambos ejércitos establecen aquí sus posiciones y se preparan para una cruel batalla en la ofensiva que tenía por misión la toma de Zaragoza. El ejército republicano ayudado por las Brigadas Internacionales toma Quinto entre los días 24 y 26 de agosto y, posteriormente, Belchite. La resistencia en ambos municipios hace que la toma de Zaragoza se retrase en el tiempo y que el ejército republicano no pueda alcanzar su objetivo.
Tras una batalla puerta a puerta, casa por casa, los últimos sublevados se trasladan a las posiciones del Purburel después de abandonar la antigua iglesia de la Asunción (el Piquete) que fue tomada durante la noche del 25 de agosto. Al día siguiente, en las últimas horas de la tarde, rodeados, sin agua, sin grandes suministros, los republicanos conquistan el Cabezo de la Nariz -último foco de resistencia- finalizando así la Batalla de Quinto.
Los vestigios de la Guerra.
Durante esos trece meses en los que en Quinto se establecen posiciones de falangistas, requetés, republicanos… se construyen elementos de defensa como son las trincheras de Purburel que, aunque no son las únicas existentes en el término de Quinto, son las únicas que se encuentran visitables, transitables y guiadas gracias a la señalética instalada así como a varios paneles informativos que se sitúan en su entorno.
La posición del Purburel, situada a dos kilómetros en línea recta del casco urbano y a 4,5km por camino, ofrece al visitante un recorrido de 250 metros lineales de trinchera excavada en tierra, pozos de tirador, habitáculos… e incluso un punto de observación que también podría haber funcionado como nido de ametralladora. Sin duda, se trata de una posición que hace que el visitante se traslade a tiempos pasados y pueda sentir por unos instantes el horror que supuso la Guerra Civil.
Desastres de la Guerra Civil.
Los días de batalla hicieron que Quinto quedase totalmente devastado con cientos de bajas y cientos de evacuados a otros municipios cercanos. Un pueblo totalmente abierto en canal, roto.. que finalizada la Guerra, tuvo que resurgir de sus escombros para volver a ser el pueblo próspero que siempre fue.
De los meses de la Guerra y los años posteriores quedan, además de las trincheras, otros ejemplos vivos que pueden visitarse. El Piquete (Antigua Iglesia de la Asunción), hoy convertido en el Museo de las Momias, guarda en su interior la impronta de la ofensiva a Quinto. De los años posteriores, puede contemplar edificios como la Casa Consistorial, las escuelas públicas, la nueva Iglesia Parroquial o las barriadas de viviendas que se sitúan en el entorno de la Plaza Nueva (o Plaza de España) que fueron construidas por el organismo de Regiones Devastadas.
En la visita a los vestigios de la Guerra en Quinto, no pueden pasar por alto recorrer las calles de este singular municipio con sus tres portales medievales, su palacio renacentista (que fue cuartel general de las Brigadas Internacionales durante la Batalla de Quinto), el templo mudéjar del S.XV hoy convertido en el único Museo de Momias de España. Sus grandes murales de publicidad antigua que decoran su casco histórico, la antigua estación del ferrocarril, el Camino Jacobeo del Ebro, la estepa o la reserva ornitológica del Planerón.
Si busca conocer algo más sobre la Guerra Civil Española, a muy pocos kilómetros de Quinto, recomendamos visitar el Pueblo Viejo de Belchite, el de Rodén, el refugio antiaéreo de Monegrillo “Cueva del Castillo”, la Ruta Orwell o el museo de Fayón.